domingo, 29 de junio de 2008

Before the Devil Knows You're Dead

Lo mejor que puedo decir del último film de Sidney Lumet es que no parece un film de Sidney Lumet, en el sentido de que no parece un film hecho por un director de 82 años. Cualquiera que viera esta obra sin saber quién es el director, la adjudicaría a algún debutante de la generación post-Tarantino, probablemente fogueado en el videoclip o el montaje publicitario. Esto, según cómo se mire, es bueno o es malo. Como los propios personajes de su película, Lumet se vuelve él mismo, con este título, un personaje difícil de etiquetar. Sin embargo, esta película -que ha sido un pequeño éxito de contraprogramación en la taquilla española- me parece una obra menor dentro de una filmografía muy despareja.

Policial "sucio" estadounidense que respeta las reglas del cine indie: no solo no hay policías a la vista, sino que es difícil encontrar un solo personaje que se acerque a lo que el público llamaría "bueno". Aquí son todos "malos", por acción o por omisión. No me opongo al principio, pero el cine indie lo practica con tanta sumisión que la falta de bondad empieza a convertirse en un estereotipo.

Hay vidas miserables, sueños de segunda categoría, codicia, sexo, drogas, engaños, todo conducid por gente cuyos deseos están muy lejos de sus capacidades. También hay, como corresponde, actores de fama y prestigio dispuestos a trabajar, en busca de mayor prestigio, en un film de bajo presupuesto por dos duros. Y, claro, una narración fragmentada, con saltos hacia atrás y adelante en el tiempo, mandato supremo de Quentin Tarantino al refundar el género en los años 90, elevado al absurdo por Alejandro González Iñárritu y otros en el siglo XXI. En este caso, la ruptura temporal tiene una excusa: los personajes ya están tan fatalmente hundidos al comienzo de la película que está claro que, hagan lo que hagan, su único destino es hundirse más. Una narración lineal habría hecho, probablemente, más insoportable esta condición.

En esta línea de policiales independientes superfatalistas, sigo prefiriendo un film olvidado de 1995, Things to Do in Denver When You're Dead, cuya similitud evidente con el título del film de Lumet sugiere el reconocimiento de una influencia. Lo que los diferencia es la relación del creador con sus personajes: frente a la abrumadora frialdad de Lumet, Gary Fleder contempla a sus criaturas inevitablemente perdidas con un cariño melancólico que agrega una dimensión poética al relato.

En cuanto a los actores, Philip Seymour Hoffman me deja pensando una vez más si será capaz de hacer de persona normal alguna vez. Ethan Hawke me deja pesando en el galán que pudo haber sido. Y Marisa Tomei me deja pensando.

No hay comentarios.: